Fidelius
Fidelius
Por Regan
He decidido hacer algo… y quiero que me ayuden.
Los tres jóvenes lo miraban sorprendidos, sin parpadear. Había llegado el momento que habían tratado de aplazar. Se había terminado la prórroga.
Harry bajó la vista y comenzó a relatar las últimas noticias en el ministerio. Habían estado revisando los expedientes de posibles mortífagos. No habían encontrado nada. Revisaron documentos, fotografías, incluso habían obtenido el permiso para revisar las mansiones de las familias Crabbe, Goyle y Parkinson. No había nada que fuera sospechoso o que pudiera inculparlos.
Estaban desesperados, pero no había señales de nuevos ataques de mortífagos, parecía que se los había tragado la tierra. Harry miró a Draco directamente a los ojos antes de arrodillarse frente a él, con los ojos turbados por la incertidumbre.
- Quiero que sepas toda la verdad.
Draco le devolvió la mirada antes de bajar el rostro en un asentimiento. Si Harry estaba listo para decir la verdad, él estaba listo para escucharla.
Dean y Neville intercambiaron una mirada y se sentaron a los lados de Draco. Neville puso una mano en su hombro, mientras Dean hacía lo mismo por Harry.
Los siguientes minutos pasaron lentamente a los ojos del moreno. Mantuvo la mirada baja mientras de su boca iban saliendo todas y cada una de las verdades que sabía sobre Draco Malfoy. Todo lo que supo sobre él, sobre su familia… sobre su padre enviado a Azkabán. Todo lo que sabía de la personalidad del rubio, a veces auxiliado en algún detalle por Neville o por Dean.
Habló durante tiempo indeterminado, cuando terminó no se atrevió a levantar la vista, podía percibir ligeros temblores en el cuerpo de Draco y la mano de Dean le apretó el hombro con fuerza. No podía, no podía subir la vista y enfrentarse a la misma mirada de desprecio que hacía tiempo no veía. No después de haber visto esos mismos ojos con una mirada diferente, amorosa.
Sintió unas suaves manos levantarle el rostro con delicadeza y se encontró mirando fijamente a los ojos a Draco. No había odio. No había resentimiento.
Había dolor, entendimiento, incluso había confusión. Pero no había desprecio.
Cuando abrió la boca para decir algo sintió a Draco deslizarse por el sillón y caer de rodillas a su altura. Se abrazaron fuertemente. Draco reprimiendo lágrimas. Harry reprimiendo mil perdones que pugnaban por salir de su boca.
- Lo entiendo, te entiendo, en serio. Sólo… ¿Dame tiempo, quieres? Necesito tiempo para ordenar mis ideas…
Harry asintió, aferrándose al cuerpo del rubio. Draco también lo apretó mucho justo antes de separarse y levantarse. Se disponía a retirarse cuando la quebrada voz de Harry lo detuvo.
- Aún hay más.
Draco se sentó de nuevo. Tanto Dean como Neville tenían la sorpresa marcada en su rostro ¿Qué más podía haber?
- Quiero que alguien que sepa más de ti, de tu vida te cuente todo lo que pueda, quiero que sepas absolutamente toda la verdad, no sólo mi versión – Harry se escuchaba dolido, pero seguro.
- Pero Harry…
- Estuve tratando de recordar con quién te llevabas bien en el colegio. Descarté a todos cuyas familias están en los expedientes de mortífagos capturados o muertos… - dio un ligero suspiro antes de continuar – encontré alguien… Blaise Zabini, busqué sus expedientes, está limpio… no es un potencial peligro si me lo preguntas…
- ¿Qué hará él?
- Contarte la verdad desde la otra cara de la moneda – sonrió Harry aún afectado.
- Pero Harry, aunque no sea un peligro puede estar en contacto puede…
- ¿Cómo estás seguro que me contará la verdad? – interrumpió Draco, mirando fijamente a Harry.
- No lo puedo saber yo, pero tú sí – Draco lo miró confundido – le conté a Snape la situación, es cuestión de conseguir los ingredientes y está dispuesto a preparar la poción en cuando lleguen… esperamos que no tarden mucho.
- Espera un momento, estás diciendo que le contaste a Snape todo esto y sigues con la cabeza en su sitio… ¡no lo creo! – añadió Dean con los ojos abiertos y Neville asintió.
- Digamos que tanto como en su sitio… no está… - carraspeó Harry – pero no pienso decirles lo que me hizo, es… personal… pero no se preocupen es algo ligero.
Neville abrió los ojos horrorizado. Un castigo de Snape era todo menos… ‘ligero’.
Pero Dean interrumpió antes de cualquier otra cosa.
- Aún así, no podemos confiar en Zabini del todo, si lo dejas entrar al departamento muchos de los hechizos de protección no lo afectarían y podría ocurrir cualquier cosa. Harry, yo no creo que sea buena idea…
- No he dicho que he terminado – masculló Harry, enfadado por la nueva interrupción. – He ideado la manera de mejorar un viejo hechizo… Zabini entrará al departamento sólo cuando se le autorice, no podrá usar magia dentro y nada de lo que se diga aquí saldrá de su boca después.
Lo único que recibió Harry, fueron miradas confundidas y un tanto incrédulas.
- Se los explicaré mejor después… ahora me limitaré a actuar – Y dicho esto se levantó del piso, tomó su varita y murmuró – Accio.
A él, vino un libro enorme. “Lectura ligera, para Herm”, pensó Harry. Lo abrió en una página, que al parecer se sabía de memoria y lo volteó para que los tres muchachos pudieran verlo.
- Harry
- Ese hechizo…
- Es con el que ocultaron a tus padres y sabes que tiene debilidades y…
- Y lo he mejorado, no soy ‘El Chico Que Todo Lo Puede’ sólo por que sí – aclaró Harry con un poco de desdén.
- No puedes ocultar el departamento sería como…
- No ocultaré el departamento
Hubo un minuto de silencio en el que nadie comprendía lo que ocurría a su alrededor.
- Seré el guardián del secreto de Draco, así de simple. Nadie lo podrá encontrar, si no hablo yo… y no hablaré.
Algunos minutos después el departamento estaba sumido en la más absoluta oscuridad, acompañada de un abrumador silencio. Harry estaba de rodillas, frente a un Draco Malfoy en la misma posición, frente a frente, a escasos centímetros de distancia.
Harry tomó las manos de Draco y concentró toda su voluntad y su magia en lo que estaba por venir.
No sería fácil, estaba tratando con alta magia y no solo eso, también era nueva y Harry le había hecho mejoras que aumentaban el grado de dificultad. Planear las mejoras y hacerlas teóricamente no era problema.
Llevarlas a la práctica era el problema.
Sintió que una extraña ola de calor invadía su cuerpo y entró en un estado de sopor, justo cuando estaba cayendo en la inconciencia sintió las manos de Draco sobre las suyas, dándole la fuerza que necesitaba.
Deseó siempre haber tenido esa fuerza con él. Era esa fuerza la que había buscado durante años y jamás había encontrado. Esa fuerza que necesitara cuando todo se veía perdido. Esa fuerza que lo hubiera levantado de tantas derrotas…
Su mente trabajó con fuerza. Él no lo vio, pero hubo un momento en el que el departamento entero se cubrió por una luz dorada, resplandeciendo especialmente en el cuerpo de Draco, como un aura que lo rodeó por apenas unos segundos.
Lo siguiente que supo es que no podía luchar más contra la inconciencia y cayó rendido en el suelo del pequeño departamento.
El ruido de voces parloteando penetró en su cabeza. Era como si estuvieran taladrando dentro de ella. Gruñó y se cubrió con una almohada, intentando alejar el ruido de él. Quería silencio, le dolía demasiado la cabeza ¿Qué no podían entenderlo?
- Harry, Harry, despierta.
Se quitó la almohada y abrió perezosamente un ojo. Aún estaba oscuro, lo que significaba que no había pasado mucho desde el hechizo.
Estaba en el sillón de la sala, incómodamente acostado.
- Denme la mano, Dean, Neville.
Cuando éstos le dieron la mano un pequeño resplandor dorado cruzó sus mentes y enseguida voltearon a ver a Draco.
Draco, que estaba sentado al lado de Harry en el sillón, levantó una ceja ante las penetrantes miradas.
- Eso fue increíble ¿Cómo lo hiciste?
- ¿Hacer qué? – preguntó secamente Draco.
- Era como si no existieras… estabas ahí, pero no estabas fue… extraño.
- Parte de las ventajas del hechizo – respondió Harry, con voz cansada – ahora ustedes pueden tener todo el trato que quieran con él, saben dónde está, lo ven, lo sienten… pero no pueden decirle a nadie más, cuando lo intenten será como si no existiera.
- Increíble – murmuraron al mismo tiempo Dean y Neville.
Harry sonrió ligeramente y acomodó la cabeza en el sillón. El dolor de cabeza lo estaba matando. La mano de Draco en su frente lo hizo abrir los ojos de nuevo.
- Creo que tienes fiebre.
Harry asintió y volvió a cerrar los ojos. Escuchó pasos y sintió un material frío en su frente. Draco le había colocado un paño. Más tarde Dean volvió con una poción que logró apaciguar el dolor de cabeza. Neville ayudó con algún hechizo que Harry no logró escuchar, antes de que el sueño lo venciera de nuevo.
El chico moreno fue el único que pegó un ojo durante esa noche. Neville tenía en sus manos el libro que Harry había invocado, buscó el hechizo entre las páginas durante largo rato hasta que lo encontró y empezó a leer en voz alta.
“Fidelius
El encantamiento fidelius es extremadamente complicado que supone el ocultamiento mágico de algo dentro de una sola mente. La información se oculta dentro de la persona elegida, que es el guardián secreto. Es imposible encontrar lo que este guarda, a menos que el guardián secreto opte por divulgarlo.”
- Me temo que no hay nada más de lo que ya sabemos – continuó Neville cerrando el libro.
- Y lo que hizo Harry se incluye en la lista de lo que no sabemos… - completó Dean.
Draco se mordió el labio inferior. Ni siquiera había escuchado las últimas palabras, estaba perdido en sus pensamientos. Ahora que había pasado la agitación, la quietud era aterradora. Era una quietud que le permitía pensar con claridad.
Una claridad aún más aterradora.
Miró el reloj y se movió incómodo en su lugar. Se levantó y caminó un rato antes de volverse a sentar, para luego levantarse y definitivamente entrar a la que llevaba el título de su habitación.
No notó dos pares de ojos preocupados que seguían cada uno de sus movimientos.
Cerró la puerta con seguro y se sentó en su cama, para luego hundirse entre las sábanas y llorar de desesperación.
Estaba muy confundido, no entendía ni la mitad de cosas que estaban ocurriendo ahí.
Si Harry y él se llevaban tan mal en la escuela entonces ¿por qué lo tenía ahí¿Por qué?...
Pensó por horas, se detuvo largo rato en divagar sobre su personalidad. Le habían contado que era presumido, pedante y prácticamente insoportable… pero había algo que no encajaba. Él no se sentía con ganas de ser presumido o pedante… y creía que, hasta cierto punto, aún era soportable su presencia.
Algo definitivamente no encajaba. Una voz en su interior, que hablaba muy bajito, le decía que esa no era realmente su personalidad. De repente, deseó que ese tal Blaise Zabini estuviera con él y le aclarara unas cuantas cosas. Tenía tantas preguntas que hacerle…
Por ejemplo… ¿En verdad era tan insoportable cuando estaba a solas con su gente?...
No lo creía… es decir, nadie puede ser así… aunque¿Y si fuera cierto?
Un escalofrío le recorrió la espalda sólo de pensarlo. No podía ser así¡no quería ser así! Y si lo había sido, ya no más… eso podía cambiarse, ya había demostrado que no era la misma persona y le gustaba como era en ese momento, no tenía por qué volver a ser Draco…
Aunque tampoco pudiera volver a ser Daniel.
Una punzada en la cabeza le anunció que si seguía llorando, pensando y no durmiendo el nuevo día lo sorprendería con una jaqueca terrible.
Pasó aproximadamente una hora dando vueltas en la cama, tratando de obligarse a conciliar el sueño, sin lograrlo. Finalmente se rindió y se levantó de nuevo. No podía más.
Tenía muchísimas otras preguntas… por ejemplo… ¿Había pertenecido él a los mortífagos? El instinto lo llevó a mirarse el antebrazo.
Nada.
Suspiró.
Entonces¿Por qué lo buscaban¿Por su padre¿Por que él tenía algo? Pero… ¿Qué podría tener él ahora? Su mente estaba totalmente en blanco, no seguro no era eso, no buscaban algo que tuviera.
Aterrador. Lo buscaban a ÉL. Una vez más la misma pregunta ¿Para qué?
No se dio cuenta cuando los rayos del sol comenzaron a despuntar. Por lo menos no lo notó hasta que sus ojos se cerraron, huyendo de ellos. Cerrando los ojos fue hasta las ventanas y las cerró. El cuarto se quedó en penumbras.
Se sentó en la cama y subió los pies. Aún no podía entender todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor, pero tenía que ser fuerte. Pronto Harry encontraría a los mortífagos, los enviarían a Azkabán y ese sería el fin de sus preocupaciones.
Luego le darían la poción y recordaría lo que más pudiera… y también estaba ese chico del que le habían hablado. Ese tal Blaise.
Frunció el ceño mientras cruzaba los brazos. ¿Qué tipo de relación había llevado con él? Por lo que le dijeron no era muy amigable antes de que le borraran la memoria… en tal caso Blaise no podía haber llegado a ser un amigo para él.
Quizá un… ¿Compañero muy cercano?
Merlín, las reflexiones y el dolor de cabeza lo estaban matando.
Escuchó que alguien abría la puerta de la habitación, pero no se molestó en mirar, por que estaba ocupado frotando sus sienes con fastidio. Sintió que ese alguien se paraba cerca de la cama y fue entonces cuando levantó la vista. Era Harry, estaba frente a él, los sentimientos en su rostro eran indescifrables.
Draco parpadeó mientras Harry se dejaba caer de rodillas en la cama. Esperaba algún grito, alguna frase de apoyo… lo que fuera. Pero Harry le dio sólo lo que Draco necesitaba en ese momento.
Lo abrazó con todas sus fuerzas mientras Draco se aferraba a él. Y lo besó. Un beso de cariño, sin profundizarse, un beso correspondido por el rubio de principio a fin. Un beso tierno, que expresaba mucho, sin llegar a ser pasional.
Se separaron lentamente y Harry lo miró a los ojos.
“Sé fuerte. Estoy contigo. Te protegeré. Te quiero.”
Mudas palabras que intercambiaron con una simple pero profunda mirada.
- Iré por Zabini esta tarde – susurró Harry después de un momento.
- Gracias – respondió en igual tono Draco – por todo…
Y entre los brazos y el calor que le proporcionaba Harry al fin se dejó caer en brazos de Morfeo. Descansando pacíficamente, como nunca pensó volver a hacerlo.
o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o
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