Desmaius



Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.

Desmaius
Por Regan

- ¡HARRY JAMES POTTER ME LAS VAS A PAGAR!

— No me lo puedo creer, es que sencillamente no lo puedo creer
— Si no te calmas no puedo explicarte el resto de la historia, yo tengo que…
— ¡No quiero escuchar más! Tuve suficiente con lo que me dijiste
—Pero yo no te he…
— ¡Basta! No escucho nada, no te escucho, no te escucho, no te escucho – Un reticente rubio se cubría las orejas con las manos mientras gritaba desaforadamente en medio de una tormenta de nieve.
— Pero Dra… Daniel, tienes que escuchar el resto de la historia es importante…
— No escucho, no escucho, no escucho.
—Está bien, tú lo quisiste así, pero ahora entremos a la cabaña ¿Quieres? Si seguimos acá afuera te vas a enfermar y…
— ¡No quiero volver! – Draco se destapó al fin las orejas y en su rostro se formó un puchero.
— ¡Oh! Por todos los cielos Daniel…
— No quiero volver, me mentiste, no me dijiste que somos magos – Draco tenía los ojos llorosos, en parte por el frío y en parte por el engaño y la nariz enrojecida por la baja temperatura no ayudaba en nada…
— Es que yo… yo quería protegerte…

Harry inventó una explicación rápida y hasta creíble para Daniel: que no le había dicho nada por que había algunos prófugos sueltos aún, intentaba protegerlo y en su cabaña estaba seguro. Evitó decirle que los susodichos prófugos eran los que le habían borrado la memoria y peor aún, evitó decirle que Lucius, su padre, estaba entre los prófugos recién enviados a Azkabán.

— Eso no me importa realmente James… Harry – Daniel se deslizó por la pared de nuevo hasta quedar sentado en el piso.
— Yo… creí que estabas enfadado… - afirmó Harry mirando confundido el rostro del rubio.
— Lo estoy, pero no por eso, eso no me importa. Es la cuestión personal… no me dijiste que eras Harry James Potter y que eres el líder de una división de aurores… creo… creo que puedo recordar qué es un auror.
— Yo…
— Y no tienes pretexto para eso, hasta ahora yo conocía a James Potter, no a Harry Potter…

Una chispa se encendió en el cerebro de Draco al mencionar el nombre.

— Harry Potter – repitió queriendo que la chispa se repitiera. Pero no ocurrió nada.
— Daniel, tenemos que volver a la cabaña…
— No… - suspiró Daniel – buscaré otro lugar para quedarme y no incomodarte.
— ¿Y se puede saber por qué piensas que me incomodas?
— ¿Por qué ni siquiera tu nombre o el hecho de ser mago me pudiste confiar?
- Daniel… no me obligues…
- ¿A qué?

Draco lo miraba desafiante. Esa mirada de desafío pertenecía a Draco, no a Daniel… Harry se estremeció. No quería a Draco de nuevo, quería que Daniel se quedase para siempre con él…

Ese era el motivo por el que no le había insistido ni podido contar más verdades. Una parte de él no deseaba tener de regreso al ambicioso rubio Malfoy, quería quedarse para siempre con el tierno Daniel con SU Daniel. Después de todo, él mismo lo había creado ¿no?

— A esto…

Draco no pudo reaccionar antes de que un rayo se estampara contra sí, dejándole la mente en blanco.

— Desmaius (Stupefy en la versión original) - Susurró sacando su varita con una agilidad y rapidez que ni en las batallas más horribles había demostrado.

Bien, oficialmente esto era un secuestro. Estaba reteniendo al rubio en su cabaña, sin el consentimiento del susodicho y para terminarla de agraciar: Ahora lo llevaba inconciente en sus brazos de regreso a la casa: “Oficialmente, Harry Potter, te has vuelto loco”.

Fue toda una odisea entrar con el rubio en brazos a la casa. Primero estaba la nieve que cubría el piso e impedía a sus pies levantarse con la agilidad acostumbrada. Más de una vez trastabilló y terminó con el rostro a menos de veinte centímetros del piso. Tampoco ayudaba el peso del rubio, el hecho de que Draco no comiera mucho, no significaba que no pesara como el que más. Una vez ubicado el cuerpo del delito en una confortable cama los brazos de Harry dieron las gracias.

— Bien, el plan es este… te desmayo y te llevo a casa “¿Y luego?” - Reclamó una vocecita en su cabeza - Y luego hacemos un plan mejor… - Respondió Harry.

Caminaba nervioso por la cabaña, sabía que su hechizo había sido potente, mantendría al otro chico dormido por un buen rato. “Tiempo suficiente para pensar”. ¿Pensar qué¡Por Merlín! Había usado magia en contra de una persona indefensa: con alevosía y ventaja.

Si él mismo no fuera un auror ya hubiera llamado a uno para que se lo llevase directo a la sala permanente de San Mungo.

— De acuerdo Harry… el plan es este… retener a Daniel así le tengas que rogar de rodillas… no, bueno eso no… no eso no lo haré, digamos: retener a Daniel haciendo lo necesario.

— ¿James?

Era casi media noche cuando Daniel había despertado en su cama, arropado y aún vestido. Ignoraba cómo había llegado ahí, sólo sabía que Harry tenía que ver con el extraño acontecimiento de que el mundo se volviera oscuro de un momento a otro…

Ahora se encontraba caminando por la habitación, descalzo, abrazando la almohada que lo había sostenido hasta hacía unos minutos y un poco temeroso de lo que pasaría cuando se encontrara con su –esperaba, aún- amigo.

— ¿James? – repitió con voz temblorosa, empezaba a asustarse, James nunca lo había dejado solo de noche. Algo tenía la noche: algo que no le gustaba. Y estar solo con la noche no era su sueño idílico…

Harry se había recargado en un sillón y lentamente había caído profundamente dormido. Su descanso se vio interrumpido con una voz que lo llamaba con desesperación, o por lo menos en su sueño así era: Alguien lo llamaba, le pedía ayuda, le pedía que lo rescatara.

Había algo más, que no encajaba, en su sueño… la marca tenebrosa brillaba en el cielo anunciando que algo malo estaba ocurriendo. Una sombra se cruzó en su sueño y entonces repitió la escena que había vivido hacía más de un mes…

— Oblivate… - había escuchado de siete voces diferentes.

La escena cambió para presentarle al ex profesor Snape hablándole con palabras frías:

Existe una poción sí, Potter, sólo una. Pero es difícil prepararla, además de que costaría una fortuna y necesitaría ingredientes que no se consiguen por vías legales…

Además, si, como usted dice HIPOTÉTICAMENTE, hubieran sido varios rayos y todos lanzados por magos poderosos, ni una mente tan fuerte como la del Señor Oscuro hubiese resistido, jamás se recuperaría al 100.

— ¿Qué clase de recuerdos se perderían?

— Los más débiles, por supuesto… sólo sobrevivirían los más fuertes, los que vivió cada día por toda su vida o algún evento que lo dejara traumatizado… no puedo asegurarle que sobreviviría algún recuerdo de momentos buenos, quizá sólo los más horribles – por ser más fuertes – regresarían a su mente…

Y nuevamente su sueño cambió para presentarle a sí mismo diciendo las palabras que encogieron su corazón:

— Desmaius

“¡NO! NO, NO, NO, NO, Daniel no merece eso¡no¡No merece lo que le he hecho!”

— ¡NO!

— ¡James!

En cuanto Draco sintió la presencia de Harry corrió a refugiarse con él y al escucharlo gritar optó por sacudirlo.

Pero James sólo gritaba “No”, Draco estaba desesperado, lo tomó fuertemente y lo jaló hasta donde sus fuerzas se lo permitieron, lo levantó con violencia y la fuerza del jalón al fin regresó a Harry a la realidad.

—¡James! – Daniel señalaba con desesperación mientras se dejaba caer al piso presa del pánico.

Cuando James volteó para ver qué era lo que atemorizaba al rubio se quedó helado:

Por la ventana se veía, en la oscuridad invernal, cinco sombras blancas contrastantes. Blancas sólo por su máscara, siendo su vestimenta tan negra como la oscura noche.

— ¡Mortífagos!

Harry jaló a Draco y lo puso atrás de sí. No contaba con esto, creía que las protecciones que había puesto a su cabaña serían suficientes, pero al parecer alguien la había encontrado de la única forma posible: No la habían estado buscando.

Harry había aprendido ese truco desde lo de la piedra filosofal y lo había aplicado a su propio hogar. Pero eso lo llevó a horrorizarse.

Si los mortífagos no lo estaban buscando a él, estaban buscando algo más que estaba en su cabaña…

Los mortífagos estaban buscando a Draco.

Y él protegería a Daniel.

— ¿Los… los mortífagos? – Draco comenzó a temblar – Son los que…

Una chispa aún más fuerte que la primera se encendió en Draco y un grito salió de su garganta: Una horrible imagen mental había llegado a él: Dolor, Miedo, Oscuridad, Terror.

Dio un paso atrás, para luego arrepentirse y aferrarse al brazo de Harry. Hasta ese momento sólo había sentido un poco de miedo: miedo por no recordar jamás sobre su vida. Pero ahora no era miedo, estaba sintiendo absoluto y completo terror: terror de enfrentar a los mortífagos que lo único que le recordaban era el Dolor, el Miedo y Oscuridad.

— ¿Qué hacemos¡Que se vayan! James… ¡sácalos…!

— Tranquilo – Harry abrazó tierna pero posesivamente a Daniel – no pueden entrar… no a menos que alguien los invite desde dentro y ni tú ni yo lo haremos ¿Está mejor así?

Pero Harry estaba preocupado: La magia oscura podía hacer muchas cosas, no muy buenas que se dijera. Si llegaban a encontrar una forma de entrar sin ser invitados… No los subestimaba, esos cinco habían encontrado su cabaña…

— Sácame de aquí, por lo que más quieras, sácame – sollozó Draco hundiendo su cabeza en el pecho de Harry.
— Tienes razón… no es el lugar más seguro después de esto…

Harry había cerrado la red Flú después del accidente de Ron. La otra opción era un trasaldor: ilegal y no tenía uno, no quería que el ministerio controlara también dónde se aparecía y dónde no.

La última opción era la aparición, imposible si Draco no podía hacerlo con él… y dudaba que si no recordaba ni su nombre, recordara cómo aparecerse.

Bien, hora del plan “Tormenta del Desierto”.

— Volaremos
— ¿Qué?

— Que volaremos¡corre!

Sin darse cuenta que lo hacía Harry tomó la mano de Draco y corrió a la habitación, cerró la puerta y sacó de un armario una escoba.

— ¿En escoba? – Draco abrió los ojos exorbitantemente.
— Sí, es el transporte de los magos… luego te cuento la historia completa ¿Quieres?

Draco fue arrastrado literalmente de la mano de Harry al patio trasero de la casa.

— Nos verán¡nos van a ver!

— No, no lo harán, tranquilo – Harry estaba tan calmado que Daniel se estaba enfadando. Él tenía miedo y lo único que James hacía por él era sonreír…

Cuando iba a preguntar cómo es que no los verían, la respuesta llegó en forma de una capa que cayó cubriendo los dos cuerpos y la escoba.

Acto seguido Harry subió a la escoba y Draco lo miró con la palabra desconfianza escrita en los ojos.

— No subiré a… eso – el gesto de desprecio que hizo Draco nuevamente aterrorizó a Harry.
— Es más seguro que quedarnos aquí, te lo prometo.

Daniel lo miró a los ojos y pudo ver desesperación por salir de ahí, supuso que sus ojos grises demostrarían exactamente la misma expresión, mezclada con el pánico de tener que montar un artefacto desconocido.

— Bien, pero si esa cosa le hace algo a mi trasero juro que el tuyo será el que sufra las consecuencias – amenazó Daniel al moreno.

Harry se permitió sonreír, era la primera amenaza que recibía de Draco desde que se habían graduado y no lo había vuelto a ver. Extrañaba las amenazas del rubio…

Deténganse un momento…

¿Extrañaba las amenazas del rubio!

Bien, oficialmente estaba demente ¿Hay algo más arriba que demente? Pues eso es como estaba él… más arriba que demente…

— Sube, buscaremos un lugar seguro…
— Eh… James…
— Me pregunto si Herm nos recibiría… No, no lo creo, Ron descartado…
— ¿James…?
— Dean… sí, él seguro entendería mejor la situación y su casa está cerca, sólo sería una noche…
— ¡James…!
— ¿Sí, Daniel, qué ocurre?
— Yo… no sé cómo subirme a la escoba – Draco bajó la mirada y su rostro se tornó ruborizado.
— ¡Oh! Lo siento… olvidaba que tú… bueno, ven, te ayudo.

Harry le ordenó a la escoba elevarse y Draco miró al objeto sorprendido y curioso. En su interior se preguntaba si esa ‘cosa’ podría soportarlos a los dos. Aunque realmente su prioridad era salir de ahí, el no morir de una caída mientras volaba era su segunda prioridad…

Unas manos lo sacaron de su cavilación. Harry ya había subido a la escoba y ahora lo tomaba suavemente, empujando el peso de Draco hacia arriba de la escoba y pasando una de las piernas del rubio hacia el otro lado, quedando perfectamente amoldado.

— Sería más cómodo para ti si fuera atrás… - sugirió Draco cuando Harry se recargó en su espalda. Un estremecimiento cruzó su cuerpo.
- Sí, pero sería más peligroso para ti por que nunca has volado, o por lo menos no lo recuerdas... – afirmó Harry y en ese momento despegó.

Draco había cerrado los ojos en el primer impulso, al sentir el viento nocturno sobre su rostro los abrió de nuevo y pudo ver la pequeña provincia donde estaba la cabaña. La nieve cubría los patios de las cabañas vecinas y las montañas cercanas lucían un hermoso paisaje. Aunado al hecho de que Harry estaba totalmente recargado en él, los brazos del moreno abrazaban su cintura y las manos estaban a milímetros de distancia el momento se le antojó divino.

Por un momento olvidó el rechazo amoroso sufrido hacía algunos días, el engaño y las mentiras a su mente sin recuerdos, el extraño acontecimiento de esa tarde y lo último… la presencia de esos extraños en su hogar.

— Estarás bien, no permitiré que te hagan daño Daniel.
— Gracias – suspiró, a pesar de todas las mentiras que Harry le hubiera dicho, por que estaba seguro que aún faltaba por contarle más, lo seguía queriendo, el otro había hecho ya muchas cosas buenas por él, no encontraría forma de pagarle toda la protección y el cariño que sin darse cuenta le estaba proporcionando.

Con o sin mortífagos, con o sin recuerdos… Draco se sentía feliz compartiendo la vida con Harry.

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